SOBRE ARTE Y DURMIENTES
Pilar Insertis
«Los hombres nacen, viven y mueren dormidos.»
El Místico Travieso

Entras en escena, pero el protagonista se acaba de marchar. Es evidente que había estado años y años, toda una larga vida investigando en los libros sobre cosas importantes. Aprendiendo de la Historia y de los filósofos. En ese tiempo había ido creciendo, creciendo, creciendo y los libros con él. Y la estantería donde estaban los libros y también las ventanas y los cristales que cubrían las estanterías, habían ido creciendo. Antes de marcharse era un gigante, pero un gigante enfurecido. Sin duda, después de tantos años de valorar el estudio y sentir amor por la cultura, había pensado que todo era inútil y se dio cuenta de que estaba dormido. Era un gigante dormido pero despertó y abandonó para siempre el lugar, no sin antes destruir toda su biblioteca. Ahí estaban los restos: una instalación en una sala de arte neoyorquina, con esta tensión, belleza, grandeza y misterio, sin cuya convergencia no existe la obra de arte. Una de esas obras ante las que se sienten ganas de flagelarse por no haber sido el autor.

Cabe preguntarse si la intención del artista era invitar a la destrucción de la Cultura…Era de Anselm Kiefer. En cualquier caso resultaba una grandiosa imagen de algo que quizá está sucediendo ya. Estoy convencida de que el certificado de defunción que le extendieron al Arte hace años era falso y tarde o temprano volveré a encontrarme con algo así. Mientras tanto, echo mucho de menos la sorpresa, la emoción y la luz. El artista, el pintor que intenta hacer magia sobre una superficie pana, ha de encontrar su papel en la sociedad cibernética. La Tecnología le saca más de tres cabezas a la Cultura en esta carrera de fondo y por eso existe tanta confusión. No toda persona capaz de apretar el disparador de una cámara de fotos es un buen fotógrafo. Y en pintura o escultura, no todo el que es capaz de concluir un objeto de acabado perfecto se convierte en un artista. Recuerdo una de las últimas bienales del Whitney Museum de Nueva York; no los nombres de los artistas, pero si el contenido: fotos -muy bien hechas-, de vísceras colgantes; hojilla cuadriculada arrancada de bloc de espiral, chincheta en la pared, con boli azul: «life is a shit and then you die»…Salí del museo con la convicción de que habría resultado más interesante darse una vuelta por los mataderos de Brooklyn, por ejemplo.

Yo también vivo dormida, como dice el Místico Travieso, aunque llevo muchos años intentando despertar. Por lo menos soy consciente de que estoy dormida y sin embargo necesito un sueñecito diario aún más profundo para poder seguir durmiendo, cuantos más años ¿mejor?. A veces, muy frecuentemente, el mundo me supera y la confusión me bloquea: no entiendo nada. No se qué hago aquí, caminando por este pasillo vasto, lleno de gente, sin saber que hay al final, ni por qué he de ir con ellos. No sé cómo darme la vuelta, -¿estaré loca yo o serán todo los demás lo que están locos?-, ni cómo echar a volar por encima de sus cabezas. Me limito a no entender.

Hay unos altavoces invisibles que nos dictan las normas: prohibido esto, prohibido aquello…, Walk now, walk now, don’t walk, don’t walk…(Blade Runner o lo que es lo mismo «El que corre por el filo», si hacemos una traducción literal). A veces me parece vivir (dormir) sobre una gran navaja de afeitar, con un filo a cada lado. No se me ocurre cómo saltar para evitar el filo y despertarme por fin indemne. No sé cómo se hace. Y vosotros: ¿Creéis que estáis despiertos? ¿Creéis que hacéis lo que queréis? ¿Os creéis libres? Intuyo que por ahora sólo nos invade la ira y lo políticamente correcto. Sé que la política en su sentido amplio forma parte del mundo civilizado pero estoy en contra de lo políticamente correcto. En el universo no existen límites ni tampoco e el corazón del hombre. El honor, el éxito, e fracaso no existen. Todo consiste en la manera en que nos lo presenta el programa de una cultura que está grabado en nuestra mente. Es lo cultural lo que desencadena esas emociones en nosotros. No se puede vivir sanamente estando influenciado por el pasado. Lo menos que deberíamos intentar es ser sinceros, tener claridad de percepción y llamar a las cosas por su nombre, pero todas nuestras acciones están condicionadas aunque no seamos conscientes. Las del fontanero, el acomodador de cine, el arquitecto, las del que se piensa artista…Y este condicionamiento con frecuencia hace creer que la provocación y la queja son la única salida. Y que la provocación consiste principalmente en mostrar cosas desagradables de la vida o la mente, en una galería o en un museo. Pero los demás durmientes no necesitamos visitar una exposición para sentir asco, ira y vergüenza por nuestra especie. Esto no nos da una idea de cómo efectuar el salto desde la navaja de afeitar hasta la libertad despierta en otra parte, esta otra parte.

Sigo durmiendo, pero con los ojos abiertos. Pinto, intentando siempre rozar el filo de mi navaja. Procuro respirar hondo, sobre todo después de la lluvia (recuerdo un crítico de arte que decía que en las buenas exposiciones olía a ozono). Intento aprender a dar el salto y despertar. Se que no es imposible y ese día podré velar el sueño de los durmientes, mientras brindo por el presente que es lo único que de verdad existe.